Gregario o Domestique (palabra francesa que designa a los soldados rasos del pelotón), es sin duda un libro diferente sobre ciclismo. Una historia cruda, personal y que engancha desde el principio.
Posiblemente una de las razones por las que me ha gustado mucho este libro es por su sinceridad y forma directa de transmitir sus vivencias, en muchos casos, unos sentimientos con los que me identificado mucho. No como ciclista profesional, claro, si no como persona.
Además, me hizo especial ilusión encontrarme con el relato que os he puesto al principio, que habla de una etapa del Giro que, por casualidad, realicé siguiendo el mismo sentido, mientras trabajaba el año pasado en la Transdolomitas Road de Viajes Mammoth. Es algo emocionante leer sobre tus propios recuerdos...
Del Mortirolo no puedo decir nada nuevo, como el resto de la etapa es increíble. El Vivione es largo, muy largo, con tramos estrechos, muy variado en rampas y con una bajada de escándalo. La Presolana es un puerto corto, con una parte primera durísima, que luego acaba con unas tornanti más suaves (donde recuerdo un pique sano con un italiano de la zona jejeje) que piden a gritos un cambio de ritmo para esprintar.
Del Mortirolo no puedo decir nada nuevo, como el resto de la etapa es increíble. El Vivione es largo, muy largo, con tramos estrechos, muy variado en rampas y con una bajada de escándalo. La Presolana es un puerto corto, con una parte primera durísima, que luego acaba con unas tornanti más suaves (donde recuerdo un pique sano con un italiano de la zona jejeje) que piden a gritos un cambio de ritmo para esprintar.
Además, de aquella etapa, hay un vídeo perfecto para hacer rodillo viendo a esos héroes de la época y sobre todo al protagonista del libro subir el Mortirolo tal y como cuenta, dándolo todo para mantener la segunda plaza de su compañero Honchar.
En definitiva, un libro imprescindible que estoy seguro os sorprenderá y os hará ver el ciclismo profesional de otra forma. Ya me contaréis.
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