23 de septiembre de 2016

CRÓNICA XVI TROFEO VILLA DE CIEMPOZUELOS 2016

Una de las clásicas del pelotón Master en Madrid, que suele ir cerrando el calendario y a la que tengo cierto cariño por ser la segunda prueba que acabé cuando empezaba (todo un éxito entonces y ahora). De entonces no tengo ni fotos, ni crónica y cada vez menos recuerdos. Lo único que tengo es una imagen de la anterior vez que participé, precisamente la foto de portada que podéis ver en el blog.

Una foto que dice mucho, que representa claramente mi posición habitual en las carreras, haciendo honor al título del blog no paso de ser el último del pelotón. Lo cual, para algunos, significa ir cómodos y guardando pero, normalmente, para mi implica ir de culo... Sufrir el látigo en cada rotonda, pueblo o cruce. Evitar bandazos, embudos, pero sobre todo afiladores y caídas.

Me permito esta introducción para explicar un poco la complejidad de una carrera. Incluso para conseguir acabarla. No todo es estar fuerte, fino o tener suerte. Es muy importante tener visión de carrera, olfato, colocación... Exacto, todo eso de lo que carezco ^_^

La salida neutralizada va rápida, como siempre. Hasta se corta al pasar por el pueblo. Algunos, incluido yo, apretamos pensando que al pasar por la meta se soltaba pero no fue así. Primer calentón a lo tonto. En el llano la cosa parece tranquila, se va haciendo la escapada y salvo por las rotondas y el premio de montaña (ese primero que se sube a plato) no se va mal. Aunque no ir mal, en un pelotón Master, no quiere decir que no gastes y que no te vaya el pulso a mil, claro.

La primera parte se acaba, llegamos al paso por Ciempozuelos y trato de seguir la rueda de varios compañeros que adelantan posiciones. Parece que funciona... uy, una rotonda. Se me cuelan, uy que cerca el quitamiedos (curioso nombre). Otra rotonda, uy que bandazo, uy que justo, uy, uy, uy... caída. Lo estaba viendo venir. Por mi cabeza ya rondaba la idea de saltar al hombre caía delante mío cuando por la izquierda se abre hueco y me da tiempo a esquivarlo... por los pelos. Se acabó lo de ir delante. Calentón y gel. Paso por meta. Mucha tensión. La última vez me quedé cortado después de esta subida por ir confiado. Esta vez no será así. Aunque también se me despega el grupo demasiado y tengo que sufrir bajando para enlazar.

Bien, primera parte superada. Vuelta a empezar. Hemos bajado algunas unidades pero seguimos siendo muchos (180 de salida). Voy disfrutando en alguna ocasión viendo el pelotón moverse en los cambios de rasante y las curvas. Ser tantos tiene sus cosas buenas, aunque también malas. No pasan cinco minutos sin tener un susto. De hecho, antes de la famosa subida vuelvo a tener la misma suerte de esquivar otra caída justo delante. Otro calentón. No recordaba la aproximación al "chorizo" tan dura. Según Strava 20 minutos a 32 km/h de media y un pulso medio de 176. Otra cosa mala de ser tanta gente es que, al final, el corte se hace delante tuyo y no lo ves. Entre Colmenar de Oreja y Chinchón voy cortado, con varios más que vemos como se aleja el pelotón... pero gracias al trabajo de todos poco a poco se acerca. En ese tramo, de unos 8 minutos, la media de pulso se dispara a 188 con máximas de 192.

Fruto de esa media hora intensa, más la primera hora de carrera o quizá por una ingesta excesiva de geles, falta de fondo a este ritmo o una cadencia media total de 96 pedaladas por minuto... (supongo que todo junto), cuando empezamos a bajar noto molestias en la pierna izquierda que acaban siendo tirones o calambres. La primera vez que me pasa. No sé que hacer. Trato de estirar, pero si paro se me va el grupo. Lo dejo ir. Parece que se pasa. Se acaba la bajada y tengo los coches encima. El latigazo es tremendo. Me pasan los coches. Sufro tratando de pillar rebufo. Recibo ánimos. Aguanto el dolor. Se me hace eterno. Se gira a izquierda. Parece que esta vez sí. Vuelvo a pasar a los coches y enlazo al pelotón. Estoy dentro. Queda poco y llano hasta meta. Me confío.

El Garmin me marca 100 km (el total serían 109 contando la neutralizada). Un cruce. Se estira. Veo las estrellas. Esta vez es más fuerte. El calambre me hace gritar. Intento cambiar de postura, estirar, aguantar. No puedo. Levanto la mano y me aparto a la derecha. Me pasan todos menos el coche del Getafe (gracias Juanma). Se me saltan las lagrimas al ver marchar la carrera. Me vuelvo a montar. Con miedo. Al menos tengo que llegar. Me pasan un par de cicloturistas que me animan y me llevan a rueda. No van mal y parece que no me vuelven a dar los calambres pero no me arriesgo a apretar por si acaso. Que rabia. Llego a meta y parece que me apuntan (a 4 min.). Bueno, eso ya es igual.



Como siempre las clasificaciones y los datos de Strava. Además podéis ver un vídeo de la llegada y más fotos en la crónica del blog de Ciclismo Master.

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