4 de junio de 2017

CRÓNICA IV MARCHA CICLOTURISTA BEDELALSA BEJAR 2017

Después de un largo invierno (y parones forzados de los que no quiero acordarme) siempre llega la primavera.  ^_^

Y aquí estamos, en la primera marcha cicloturista a la que me apunto desde hace años. Con una mezcla de sueño, nervios y ganas, nos presentamos en la línea de salida. El tiempo amenaza lluvia pero la temperatura es buena. Libramos la neutralizada con dolor de manos y cuello, mucha tensión y algún susto, pero he de reconocer que la velocidad baja y constante ayuda a evitar caídas.

Vamos al lío. No me entero del final del tramo controlado hasta que empezamos a subir el primer puerto de 2ª, Mogarraz. Empiezo tapando huecos y mirando como sube el pulso. No hay mucha pendiente pero la velocidad impuesta por varios Esteve hace mucho daño. No tardamos en quedarnos unos 30. Me acuerdo de un consejo de días antes y hago el esfuerzo necesario para no dejar ese primer grupo. No tengo referencias y se me hace bastante largo pero al mirar por detrás parece un desierto. Pienso que ya no nos van a coger y que iremos más tranquilos así. Pero me equivoco, el grupo se relaja en la bajada y se acaba juntando mucha gente por detrás.

Trato de alimentarme y beber bien mientras rodamos tranquilos. Hasta que llega el Km 80 y en una curva cerrada a derechas veo que viene un rampón y bajo el plato... Error. Se sale la cadena y me quedo en medio de la carretera a verlas venir. La pongo lo más rápido que puedo mientras me pasa gente por todos los lados (literalmente). Ando unos metros para poder arrancar y como si me persiguieran a punta de pistola subo a Miranda del Castañar lo más rápido que puedo, pensando que era la siguiente subida larga y que se me iba el tren. Por suerte no fue así, antes de la subida a Cristobal enlazo y cojo aire. En dicha subida volvemos a apretar los dientes. Un poco más tranquilo veo como nos volvemos a quedar los mismos (unos 30). El ritmo es muy alto pero no llega a ser agónico. Puedo seguir comiendo y bebiendo bastante bien. He de agradecer al coche neutro el agua que nos ofrecía (mil gracias amigo).


La verdad es que se nota el buen rollo. Se puede hablar, comentar y yo aprovecho a preguntar por el perfil. Me aconsejan aguantar el paso de Bejar que tiene miga. Aunque también hay algún escarceo y algún amago de abanico en la recta antes de llegar al pueblo pero por suerte esto no es una carrera... y se llevan bien. Me llevo una gran sorpresa al paso por Bejar. Menudas rampas. De pronto pasamos por meta, la gente aplaude y doy ese punto de más que te sacan los aplausos. Solo 4 horas. Se me pasa por la cabeza que acabaremos antes de lo que pensaba. Sí y no. Pero enseguida llegan las rampas de la subida al Castañar y decido no tapar el hueco. A partir de ahora mejor un punto menos.

No se aleja mucho el grupo pero en la bajada pierdo el contacto definitivamente. Comienza la subida a Candelario. Conozco el perfil, pero no sabía nada de los cantos de río que adornan sus calles... Vaya emboscada. Nuevamente la gente hace que vuelvan a subir las pulsaciones y pese a los botes consigo salir del pueblo. Parece que me recupero bien y cojo buen ritmo disfrutando en soledad de una carretera estrecha, revirada y con subibaja. Pese a la dureza del final reconozco que fue los más bonito de la prueba para mi. Quizá debí guardar un poco más antes del puerto pero tenía ganas. Veo que el compañero que iba delante para en el último avituallamiento y me digo: Si no he parado ni a mear, ya no paro hasta arriba. Ahora sí que no veo a nadie delante. Paso el cruce de la Hoya y sigo pensando que voy demasiado bien... Solo queda un puerto ¿no?

Y nos lo queríamos perder... Cuando la cosa pasa a dos cifras de pendiente siento como que me agarran del maillot y no avanzo. Intento llevar cadencia aprovechando, primero, toda la calzada y, segundo, haciendo "eses". Miro hacia atrás y no veo a nadie, por delante veo a un par de corredores que se suben a los coches... Solo es un puerto ¿no? Me arrepiento de no haber montado el plato de 34 para subir a mi ritmo. Veo caer el pulso. Decido tomar un gel. Me hubiera tomado 20. No pasan los kilómetros, ni los metros. Me habían hablado que era un puerto ventoso. Se quedaron cortos. Ni un árbol. Menudo vendaval. Las piernas me piden cadencia, el cerebro me pide que me baje. Pero las ganas siguen diciendo: Es solo un puerto, ya no hay prisa. Veo como se acerca otro ciclista por detrás. Pienso que tal vez sea mejor compartir el sufrimiento, hago eses y más eses. Pero no me alcanza. De pronto veo a otro corredor que le supera, llega a mi altura y me hace dar el do de pecho. Es del club organizador y me cuenta lo que queda. También el coche que ya ha dado la vuelta me anima. Veo el final. Dejo ir al compañero. Se lo merece. No me lo creo. Se acabó.


Con el objetivo cumplido me dejo caer animando a los compañeros que suben. Increíble el silencio con el aire a favor. No sé como he conseguido subir con ese viento. Ha sido muy bonito volver a sentirme un poco ciclista. Muy emocionante superar un reto y a la vez unos cuantos miedos. Puede que no se escapara ninguna lágrima pero hubo varios momentos que la vista se nublaba. Lo de la gente animando es una pasada. Muchas gracias a todos ellos y a la organización por el gran esfuerzo que suponen estos saraos.



Vuelvo a dejar el vídeo que me ha gustado mucho, por si alguno no lo habéis visto en mi otro post y, como siempre, aquí tenéis los datos de Strava.

¡Nos vemos sobre ruedas!


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