21 de junio de 2018

CRÓNICA PREMIO DIPUTACION CASTAÑAR DE IBOR, CTO EXTREMADURA, 2018

Tras un parón forzoso por motivos laborales parece que nos "teletrasportamos" del invierno segoviano al más tórrido verano Extremeño para volver a correr. Aprovechamos la hospitalidad de un amigo de la zona para dormir allí, o más bien intentarlo (con 30 grados), y ya me di cuenta que el cambio de temperatura iba a ser un problema al día siguiente.

Con muy buen ambiente en la salida, algunos nervios y una extraña sensación de correr sin colegas al lado, arrancamos la prueba. Salida con breve neutralizada, por buena carretera, con ligera pendiente, curveo y por supuesto con palos desde la bajada de bandera. El pulso, como me esperaba después de el parón, va muy alto y descompasado con las sensaciones, que no son tan malas.

Al llegar a la zona más alta sopla el aire de costado y la carretera recta sigue incitando a las arrancas para posicionarse de cara a la bajada, que como bien avisaron en la salida tenía su miga, e iba a ser importante. No entro mal pero me cuesta adelantar a la gente que frena de más, y se van creando huecos. Algunos tramos cambiaban el asfalto por el hormigón y al final la organización te avisa de la peligrosidad de las últimas curvas y el cruce para cambiar de carretera. Parece que ahí conecto pero al arrancar veo que se han cortado y sigue picando para abajo. Pulso por la nubes. Aire a favor o en mi contra diría... El caso es que conecto con el grupo principal cuando se empieza a subir y con un calentón doble, el del esfuerzo y el del calor. Los 35 grados revotaban en el asfalto y al reducir bruscamente la velocidad, y encima con aire a favor, mi sensación fue de arder como una cerilla.

Agua en la cabeza y a remar. La situación me es familiar, trato de moderar el esfuerzo y voy cerrando huecos hasta que llega uno grande, me levanto y gas... Uhm, ¿no hay gas? pues no. Tengo que soltar y esperar alguna rueda mejor. Por mi cabeza pasa la idea de que hoy toca agachar la cabeza. Por suerte hay varios descansos entre subidas y me acaba alcanzando gente por detrás, primero uno y luego un grupito y al cabo otro que parece tirar fuerte en una zona de falso llano. Con la idea de que acabaremos fuera de carrera sigo bebiendo y echándome agua en la cabeza. Una bajada un poco más larga y veo los kilómetros, nos queda muy poco para pasar por meta (eran dos vueltas de 40 km). Llevamos media de 36 km/h y parece que no nos pasan los coches. En la subida a Castañar el grupo se deshilacha, perdemos unidades pero poco a poco atrapamos a gente de la segunda vuelta ( había categorías que arrancaban en nuestra segunda vuelta) o gente del primer grupo, muchos no hacían el intento de seguirnos pero otros sí que remaron.


Aprovecho que ya sí nos pasan los coches de equipo para pedir agua, es de agradecer que hubiera varios coches ofreciéndose para rellenarnos los bidones. Si no, creo que no hubiera acabado.
La bajada se traza mejor esta segunda vez, aunque también estiramos mucho la cuerda. En la primera subida me sorprendo del ritmo que pone la gente. Parece que nadie tira la toalla, oigo alguno comentar que veía la fila de coches y que no iban muy lejos. A mi me parece que lo más fácil es que nos dejen fuera pero sigo aguantando como puedo el calor, tengo por primera vez en mi vida, ganas de arrancarme los guantes... Y bastante miedo de pasarme con los geles o con el agua. Voy todo el tiempo pensando en regular lo que me tiro por la cabeza y lo que bebo.

Llega la última subida, parece que seguimos en carrera, y que ya podemos darlo todo (jejeje), el grupo de desinfla como un globo y trato de coger la mejor rueda. Pero las voy perdiendo. Llevo una media de pulso de 174 por minuto y cuando ya veo la entrada del pueblo hago tope, me dejo ir solo y cuando trato de recuperar algo me avisan los calambres: Tío, es mejor que guardes algo para la subida a meta o no te vamos a dejar llegar... ^_^

Así que, sin nada en juego, hice caso a las luces de emergencia y subí como pude las tremendas rampas, rozando seguramente el 20%, que llevaban a meta.

Puf, que duro. Paso por meta, veo a mis queridos fans y me doy cuenta al poner pie a tierra que estoy al límite. Por suerte hay comida y bebida fresca y en unos minutos recupero la compostura, me acuerdo mucho de la carrera del Espinar de hace unos años, algo muy parecido.

La verdad es que me ha parecido una carrera muy chula, dura pero muy bien organizada y con un final bonito de ver. Me hubiera gustado estar mejor para haber disfrutado pero bueno, no hay que olvidar que no soy más el Último NeoMasterPro... En este caso el penúltimo Master 30... Si vuelve a cuadrar repito, sin duda. Además me gustó mucho la llegada y el formato Challenger con múltiples categorías. Nuevamente Extremadura no defrauda.

Como siempre os dejo mis datos de Strava y la clasificación oficial, podéis ver la pendiente final en el explicito segmento DEAD END IBOR, hasta el 49%...